Localizado a cien kilómetros al oeste de Londres, en la llanura de Salisbury, se encuentra uno de los monumentos milenarios más inquietantes de la humanidad. Con sus colosales rocas, cuyos pesos varían de dos a treinta y cinco toneladas, Stonehenge es la construcción megalítica más fascinante de la historia. Su construcción se remonta a la noche de los tiempos, a civilizaciones que no dejaron a su paso escritos que nos permitieran conocer con seguridad su origen.Nadie conocía el origen de este complejo megalítico, pero algunos lo sugerían a través de las leyendas y la tradición. Algunos como Geoffrey de Monmouth (aproximadamente 1100-1154 dC.) en la Edad Media, relataba en sus crónicas la creencia popular de que el conjunto era un circulo de gigantes petrificados, de allí que se le conociera como la “Danza de los Gigantes”. Pero el mismo escritor del siglo XII nos ha hecho llegar otra leyenda que sugería que las piedras fueron llevadas allí por el Mago Merlin, desde Irlanda, con la ayuda de unos “artefactos”, para conmemorar un entierro masivo de bretones. Lo cierto es que el pueblo sajón les recordaban las vigas en las cuales colgaban a los criminales, por lo cual empezaron a conocerlo como “Stonehenge” (La horca de piedra o la piedra del colgado).
El misterio de Stonehenge llegó hasta el rey Jaime I de Inglaterra, quien en 1620 encargo al arquitecto Iñigo Jones investigara todo lo referente al conjunto. El nacimiento de la arqueología estaba aún a un siglo y medio de distancia, por lo que Iñigo Jones hizo lo que sus recursos le permitían. Finalmente llego a la conclusión de que era un templo romano dedicado al Cielo, construido poco después del año 79 dC. Tal vez esto satisfizo al rey, pero hoy sabemos que Iñigo Jones se quedó corto. Stonehenge ya era un conjunto milenario en época del Imperio Romano.
En ese mismo siglo XVII apareció en escena John Aubrey (1626-1697), escritor y estudioso de la antigüedad quien estudió los monumentos megalíticos de Inglaterra, y sugirió por primera vez que Stonehenge era un templo construido por los druidas. Ese mismo siglo William Stukeley realizo un estudio que reiteró y expandió el origen druídico de Stonehenge. Stukeley era masón, parte de una comunidad cuyos orígenes forzosamente han intentado remontarse a tiempos de los druidas y el Antiguo Egipto, por lo cual no extraña que quisiera asociar a su ya dudosa linaje grupal, la magia y misterio de Stonehenge. Sin embargo los druidas, aquellos antiguos sacerdotes celtas, nada tenían que ver con Stonehenge, puesto que dicho complejo megalítico existía desde dos milenios antes. Sin embargo esto dio lugar a inumerables artificios que representaban a Stonehenge como un templo ritual en donde los druidas propiciaban a los dioses de la naturaleza mediante sacrificios humanos. Incluso una piedra que yace en posición horizontal en el centro de Stonehenge fue bautizada como “La Piedra del Altar” o “Piedra de la Matanza”, cuando en realidad se trata simplemente de un megalito caído en tierra. La falsa relación entre druidas y Stonehenge llegó a tal punto que una agrupación masónica denominada “Antigua Orden Unificada de Druidas” realizaban al amanecer del solsticio de verano una serie de ritos presuntamente druidas que evidentemente fueron inventados por la imaginativa mente de alguno de sus lideres. Finalmente en 1985 el gobierno británico decidió hacerse cargo de la protección y conservación de Stonehenge y entre sus primeras acciones fue prohibir la celebración de este fraudulento ritual.
El misterio y la magia de Stonehenge continuó en el hablar de la gente. Algunos le atribuyeron poderes curativos, entre ellos el poder de hacer fértil a cualquier pareja que durmiera en sus terrenos. Estos y otras suposiciones hicieron que las iglesias romanas y puritanas consideraran estos sitios como templos paganos, sitios en donde las brujas realizaban ritos en favor de Satanás. Inmediatamente los sitios fueron anatemizados y a punto estuvieron de ser destruidos. Algunas gentes utilizaron sus piedras como material de construcción en los pueblos vecinos, y en no hace muchos años algunas exóticas agrupaciones de presuntas brujas y hechiceros llegaban a celebrar aquelarres en sus inmediaciones.
La edad de la razón empezó a surgir a inicios del siglo XX cuando un investigador logró determinar con un aceptable grado de certeza la edad de Stonehenge. Como muchas veces ha ocurrido en la historia de los grandes descubrimientos, no fue un arqueólogo el que pudo determinar la edad de dicho monumento. Era un astrónomo. En 1901 Sir Norman Lockyer confirmó un secreto a voces que circulaba respecto a Stonehenge: una persona al pie de la “piedra del altar”, observando hacia la “piedra talón” podía observar con gran exactitud el sitio por donde sale el Sol durante el solsticio de verano, el 21 de junio. Lockyer confirmo que efectivamente la “piedra de altar” o el centro de Stonehenge se alineaba con la “piedra talón” apuntando al Sol, con tan solo un margen de error de 56 minutos de arco. Sir Norman Lockyer había realizado uno de los más minuciosos estudios de la precesión de los equinoccios, fenómeno por el cual con el transcurso de los siglos el Sol presenta un desplazamiento con respecto a las constelaciones. Suponiendo que los constructores de Stonehenge hubiesen alineado el centro del conjunto con la “piedra talón” con una exactitud total, el calcular los 58 minutos de arco de diferencia con respecto al conocido desplazamiento de precesión, permitiría conocer en que fecha Stonehenge ya se ha erigido como templo solar. Los cálculos de Norman Lockyer le dieron la asombrosa fecha de 1800 aC. Posteriores dataciones con carbono-14 llevaron los inicios de Stonehenge hacia el 2800 aC. Con ello muchas teorías respecto a su origen asirio, micénico o griego quedaron descartadas. Hoy suponemos que alguna civilización neolítica de origen precéltico debió ser quien erigió este monumental conjunto.
Hoy conocemos más de la función de Stonehenge. Al igual que la “piedra de altar” y la “piedra talón” se alinean para mostrar el punto de salida del Sol en el solsticio de verano, de igual forma los dos montículos y menhires ubicados junto al foso circular están alineados para apuntar hacia las salidas y puestas de sol durante los solsticios de verano e invierno. También marcan las salidas y puesta de la Luna durante los solsticios de invierno. En otras palabras Stonehenge era un templo dedicado a los movimientos del Sol y de la Luna. Un arcano observatorio astronómico. Por si fuera poco, una autentica revolución se desencadenó a partir de 1961 cuando el profesor Gerald F. Hawkins, astrónomo de la Universidad de Boston, planteó la posibilidad de que Stonehenge fuera utilizado como una calculadora astronómica para predecir los eclipses de Sol y de Luna, además de adoratorio de los doce dioses del zodiaco. Sin embargo muchos de los planteamientos de Hawkins han sido descartados en vista que muchos de ellos han sido válidamente debatidos.Aunque Stonehenge aun presenta diversos misterios, su finalidad parece hoy más evidente que nunca. Fue un templo para adorar al Sol y la Luna, astros que regían el ciclo de las estaciones. Un calendario que sabiamente observado permitía predecir la llegada de las estaciones en previsión de las actividades de los campesinos y domesticadores de ganado que se dieron el tiempo para edificarlo, y posteriormente también se convirtió en un sitio sagrado. Lugar de ritos funerarios como lo confirman los diversos restos desenterrados en diversas partes del recinto. Con magia y leyenda que aun hoy llega a las creencias de los locales que lo consideraron dueño de poderes curativos.
Stonehenge cuenta con diversas estructuras entre las cuales podemos destacar las siguientes:
La sección principal consta de un circulo de treinta columnas rectangulares coronadas con dinteles de las cuales diecisiete sobreviven y solo seis dinteles. Este circulo de piedras tiene un diámetro de 29,6 metros y sus piedras son de gres silicio de un color amarillento.
Tres metros al interior existe un segundo anillo de sesenta menhires de cuando mucho dos metros de altura cada uno. Estos menhires son de un tipo de roca eruptiva llamada “piedra azul”, durísima y de reflejos azulosos, procedente de Gales. Tal parece que estos menhires tiempo atrás fueron coronados por dinteles de piedra azul. Solo quedan veinte.
Más al interior se encuentra una formación en herradura con cinco trilitos de gran tamaño. El mayor de todos de 8 metros de altura en la parte central. A cada lado dos trilitos de tamaño decreciente. Todos hechos con piedra gres silicio o sarsen.
Dentro de la formación de cinco trilitos se encuentra una herradura interior de 19 menhires de una altura inferior a los 3 metros y tallados a manera de obeliscos en piedra azul.
Finalmente en el centro se encuentra la “piedra del altar” de 4,8 metros de altura de largo, yace sobre el terreno. Esta es una piedra con un alto contenido de aluminio, lo que le da un brillo muy especial al recibir luz solar. Es de arenisca verde.
Al exterior del conjunto circular de piedras hasta ahora descrito se encuentra un conjunto de dos círculos con treinta agujeros cada uno, excavados en roca calcárea, llamados “agujeros Y” y “agujeros Z”. En un circulo más exterior se localizan 56 huecos que dan la vuelta al conjunto y que reciben el nombre de Círculos de Aubrey (en honor a su descubridor Sir John Aubrey, siglo XVIII). Este anillo es circundado por un foso circular de 97,5 metros de diámetro, hecho con los restos calcáreos.
Entre los círculos de Aubrey y el foso circular se encuentran cuatro marcas denominadas “cuatro estaciones”. Son dos monolitos de 2,74 y 1,22 m respectivamente, y dos montículos de tierra compactada, dispuestos alternadamente.
A 37 metros hacia el noroeste del pórtico de Stonehenge, por el camino de acceso, nos encontramos la “piedra talón” con 6,10 metros de alto, 2,74 de ancho y 2,10 de espesor y un peso superior a las 35 toneladas rodeado de un parapeto y foso circular de 4,87 metros. Las “cuatro estaciones” forman un rectángulo perfecto cuyas caras más cortas resulta paralelas al alineamiento de la “piedra talón” y el camino de acceso que desde el noreste llega a Stonehenge.
Stonehenge representa un colosal esfuerzo de planeación y elaboración. Definitivamente no se hizo de un día, sino que fue tomado diversas formas a lo largo de la vida de cuarenta generaciones. En la actualidad arqueólogos como Richard Atkinson consideran que en Stonehenge hubo tres fases principales de construcción.La primera fase tuvo lugar hacia el año 2800 aC. Fue entonces cuando se hizo el terraplén y el foso circular. Se pusieron las piedras y los montículos denominados “las cuatro estaciones”, así como la “Piedra Talón” en el camino de acceso. Los principales indicadores del Sol y la Luna se encontraban puestos. Además se hicieron 56 orificios conocidos como los círculos de Aubrey.
La segunda fase tuvo lugar hacia el año 2100 aC. se erigieron 80 bloques de arenisca azul en un semicírculo o herradura. Estas piedras provenían de las montañas de Precelly, situadas a 320 km en el sudoeste de Gales. Lo más probable es que las transportaron en balsas a lo largo de la costa galesa, entrando por Bristol a lo largo del río Avon. Luego serían llevadas por vía fluvial y terrestre hasta llegar, sobre rodillos, a la avenida de Stonehenge donde se instalarían conformando dos círculos. Cien años más tarde, los bloques de arenisca azul fueron reordenados para ser sustituidos por piedras silíceas que observamos actualmente (un circulo y un semicírculo). Estas piedras se trajeron desde las colinas de Malborough, a unos 30 km al norte. Algunas de estas ultimas piedras llegaban a pesar hasta 26 toneladas, su transporte era hecho a base de rodillos, sogas y palancas. Ya en el sitio de su erección, se cavaba un foso y, poco a poco, el bloque era levantado con un conjunto de palancas, vigas y cuerdas hasta que por el ángulo y su propio peso caía en el foso. A base de cuerdas se ponía en posición vertical. Finalmente se construía gradualmente una plataforma para ir subiendo y colocar el dintel de siete toneladas sobre la cima de dos bloques verticales. Las piedras eran talladas en un ingenioso juego de espigas y cavidades para que columnas y dintel embonaran a la perfección. Los materiales del semicírculo anterior se utilizarían para una segunda herradura en el interior del circulo principal. Se excavan en la parte externa del conjunto una serie de orificios para erigir un doble circulo de piedras azules (círculos de Aubrey), pero ésta construcción nunca se lleva a cabo.
La tercera fase tiene lugar hacia el 1500 aC. cuando las piedras azules fueron nuevamente retiradas para instalarse en sus posiciones actuales en el interior del circulo, a la vez que se alzaba al frente de los trilitos la llamada piedra de Altar, que fue acarreada desde el sur de Gales.
Finalmente hacia el año 1100 aC. Stonehenge fue abandonado.
Stonehenge es la máxima obra de una antigua sociedad interesada en la observación de los astros y su asociación a sus creencias. Pero no es la única construcción megalítica. Por toda Irlanda, Inglaterra, España, Portugal y Francia existen diversos conjuntos de piedra con funciones astronómicas y/o rituales. Estos conjuntos en ocasiones han sido posteriormente heredados por otras civilizaciones para sus rituales propios o heredados como fueron el caso de los celtas, los druidas, los galos e incluso los cristianos, puesto que muchas iglesias han sido construidas encima de antiguos dólmenes o menhires. Este hecho, lejos de revelarse como la tendencia de la religión hacia el paganismo, es la confirmación de como nuestra relación con la naturaleza (“relación = religare = religión”) no se ha perdido, y que la herencia de sitios sagrados que se ha presentado de la época neolítica a la actual es una prueba más del sincretismo religioso que mantiene unido a los seres humanos en su inquietud respecto al universo y su historia.
Fuente:
Jesús Gerardo Rodríguez Flores | Sociedad Astronómica de La Laguna (México)
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